Pues sí, este domingo, como cada primer domingo de mayo, llega el día de la Madre. En los últimos siete años, como estaba (muy) lejos de casa, era la excusa perfecta para dejar a mi padre con el embolado de buscar algún regalo y entregárselo en persona de parte de sus dos hijos, ambos imposibilitados de estar en casa ese día para celebrarlo y hacer la entrega de dicho regalo personalmente. Él nos llamaba un par de días antes para decirnos qué le había comprado como regalo para poder hacerle algún comentario cuando llamáramos para felicitarla.
Contra todo pronóstico, el año pasado tuvimos la idea de encargarle unas flores a través de internet (vía Interflora) para que se las hicieran llegar el mismo domingo. La cosa salió muy bien. Pero curiosamente, una semana después, mi banco me avisó de que habían cancelado la actividad de mi tarjeta de crédito porque habían detectado movimientos sospechosos con mi número de tarjeta, tales como intentos de acceso a la cuenta, afortunadamente sin éxito. Lo curioso fue que esos movimientos se intentaron realizar un par de días después de dar mis datos para tramitar el encargo de las flores. ¬¬
Este año, mi padre me ha avisado de que van a pasar el domingo en el pueblo, así que lo de la entrega de flores en casa queda abortado. Y volvemos una vez más a la nada inspiracional que me rodea en este tipo de eventos. Hace unos años comentaba, precisamente, mi madre, sus impresiones sobre estas situaciones: “Realmente no me sorprende, porque en esta casa nunca nos hemos esforzado por ser especialmente detallistas en cumpleaños, días del padre/madre, cuando alguien va de viaje a algún sitio, etc. Siempre nos hemos preocupado nosotros (mi padre y mi madre) de recomendaros que comprarais tal o cual cosa como regalo para determinado evento y salir del paso. Nunca os hemos dejado a vuestra suerte, y que os rompierais un poco la cabeza”. Tan cierto como el aire que respiro, y las consecuencias se han hecho evidentes con el paso de los años.
Así, este año, al estar de regreso en el hogar familiar, me veo de nuevo en la encrucijada de estrujarme un poco la cabeza para buscar y escoger un regalo que no acabe siendo un churro. Y, tristemente, caigo en la cuenta de que, aunque conozco sus aficiones, tanto mi padre como mi madre me resultan de las personas más difíciles de regalar.
Sé que alguno pensará, tras estas declaraciones, que soy una especie de alimaña sin sentimientos por admitir sin tapujos semejante situación. Pero supongo que cada familia es un mundo y todas tienen sus cosas. Pues en la mía, por alguna extraña razón, nunca nos dio por fomentar este tipo de detalles, que probablemente en otras familias sean puramente básicas. Pero que le voy a hacer, espero que me sigáis queriendo a pesar de esto. 😛
Así que nada más, solo os dejo con la invitación a que si tenéis alguna idea o sugerencia que no vayáis a poner en práctica para regalar a vuestras madres este domingo, y queréis comentarla por aquí, toda ayuda será bienvenida y agradecida. Un abrazo para todos y hasta la próxima!
Las crónicas de Charlie 